martes, 5 de mayo de 2015

CRíMENES Y DETECTIVES


Un día la empresa Polipoket fue robada y muchos de sus trabajadores fueron asesinados. Las cámaras estaban rotas y no había prueba alguna.
El detective Posblik debía averiguar sobre el caso pero era muy difícil, ya que los ladrones fueron muy astutos y utilizaron protectores en todas partes del cuerpo que tocarían el suelo.
Pero el detective Ross Lynch, quien también investigaba el caso,  no se dio por vencido.
Las pistas bastaban para él. Lo primero que averiguó fue cuál era la suma de dinero que habían robado. El dinero robado ascendía a miles de millones de dólares, y estaba destinado a pagar los sueldos de todos sus trabajadores y otros impuestos que debía pagar la empresa en ese lugar, Littleton, Colorado, y también en otros países.
El detective fue muy astuto y pudo darse cuenta de que uno de los hombres que entró perdió un anillo en el robo, y con ese pequeño anillo podría descubrir  al culpable: sólo bastaba poder analizarlo y encontrar a esa persona.
Ross Lynch llamó a su ayudante, Rydel Lynch. Ella tenía un laboratorio secreto, donde fue muy difícil averiguar a quién pertenecía dicho anillo.
“Los ladrones seguramente van a volver para llevarse toda la plata que falta” , pensó la Srta. Lynch.
Tenía planeada una trampa. Al caer la noche, ellos, los ladrones, vendrán cuando ya hayan cerrado la empresa, pero nosotros estaremos ocultos detrás de las máquinas.
Los ladrones, tal como había pensado la detective, regresaron  a la escena del crimen, pero lamentablemente se dieron cuenta de la trampa tendida, vieron a los policías y huyeron.
A uno de los dos delincuentes se le cayó el cupón de un bar donde trabajaban.  Los detectives fueron y arrestaron a un camarero, quien no tenía la culpa.
Insistió pero los detectives no hacían caso, lo arrestaron y lo obligaron a confesar quién era el culpable. Necesitaban más pistas.
Luego fueron al bar y se detuvieron para observar a Ratliff.  Él era un chico con una actitud muy sospechosa, asì que fueron acercándose poco a poco, pero él se alejaba mientras que Rocky huyó.
Ratliff no tenía escapatoria, estaba rodeado. Lo atraparon, lo encarcelaron y lo obligaron a decir dónde estaba su cómplice. Él no lo iba a decir, ya que con tanto dinero lo podía sacar de la cárcel con otra persona y mostrar su rostro. Pero Ross y Rydel Lynch no se iban a ir con las manos vacías; él nunca iba a salir.
Sin tener todas las pistas que iban a necesitar, después de todo pudieron localizar al cómplice con un walkie talkie a través de computadoras comunicadas con ese aparato. “Él está en Buenos Aires”, dijo Rydel muy feliz, ya que ellos tenían contacto con los policías de esa ciudad.
Antes de que el ladrón bajara del avión localizaron a los policías y llegó a su destino un hombre lo miró y le preguntó su nombre. Él respondió “Rocky, señor” ya que el que se lo preguntaba era un policía.
El hombre sonrió y lo arrestaron. Después llamaron a los detectives de Estados Unidos y les dieron la noticia.
Lo trasladaron a Colorado y allí lo arrestaron, pero Ratliff, su amigo quiso sacarlo ya que él había podido escapar de la policìa y tambièn habìa podido sacarles las llaves de todas las celdas.
Entonces, sacó un pedazo de tierra y la ocultó cuando llegó.  
-  Ratlilff- dijo el detective Ross con una voz  rara
- Sí. ¿pasó algo? - respondió el otro detective caminando hacia la celda del prisionero
- Danos las llaves- dijo el detective Ross, mirando al hombre
- Yo no las tengo- dijo con voz temblorosa.
El detective entró y les sacó la llaves a los delincuentes.

PERLA AMARILLA GONZALEZ / ALEXIS MEDINA