Después de tanto buscar, no lo encontró.
Se dirigió a hacer la denuncia a la comisaría, y comenzaron la investigación el detective Franklin y su ayudante John.
Los detectives le pidieron toda la información del robo y sus detalles. Tobías les explicó todo lo sucedido, y luego el detective le preguntó si tenía ayudantes en su casa. Jiménez le respondió que tenía dos: Abigail y Carlos.
- Abigail tiene muchas ambiciones, pero siempre fracasó. Ella siempre deseó pertenecer a la clase alta, pero nunca lo pudo conseguir. Yo siempre le dejaba la llave de todos las habitaciones de mi mansión para que cierre antes de retirarse - relató el dueño del reloj - Carlos es un muchacho parecido a Abigail, pero a él no le interesa por ahora llegar a ser rico, pero en cambio a su padre sí le importa mucho. Él está peleado con su padre ya que haría cualquier cosa con tal de ser rico.
- ¿En qué lugar de la casa estaba ubicado el reloj de oro? - preguntó Franklin.
- Estaba ubicado en el armario, pero Abigail o Carlos siempre lo cerraban- respondió el señor Jiménez.
-Exactamente ¿en qué horarios trabajan Abigail y Carlos? ¿Se llevan bien ellos dos? y... ¿de qué se encargaba cada uno?- siguió interrogando el detective.
-Trabajan desde las 7 a las 10 de la mañana. Ellos dos se llevan muy bien. Abigail se encarga de la limpieza, y Carlos se encarga de hacer el mantenimiento de mi casa.
-¿Me puede decir los números de teléfono de ellos? - preguntó John.
- Sí, claro- Jiménez anotó ambos números telefónicos en un papel que entregó a Franklin.
- Puede irse- dijo John. Vamos a llamarlos.
Franklin los llamó y les dijo que debían presentarse en su oficina. que quedaba en Montiel 1445.
Carlos y Abigail llegaron a la oficina, y el inspector les preguntó:
-¿Qué soñaba ser de niña usted?
-Yo quería llegar tener mucho dinero, haría todo por llegar a eso.
- Y usted Sr. Carlos, ¿qué soñaba ?
- A mí no me importaba llegar a ser rico, pero mi padre siempre me exigía llegar a eso.
- Carlos, ¿su padre sabe dónde trabaja usted ?
- Sí, sabe - contestó temerosamente.
- ¿Saben algo del reloj desaparecido de su jefe? - preguntó el detective.
Los sospechosos se miraron fijamente,y dijeron:
-No, no - tartamudeando y tocándose la nariz-
-¿Dónde vive su padre? - dijo el detective
-En Mataderos. Pero ¿por qué quieren saber eso?
- Porque sospechamos de él- dijo intimidantemente el detective.
-Yo voy a ayudarlos con toda la información que necesiten, mi padre vive en la Av. Escalada 2156 en una casa que parece abandonada - dijo Carlos con bronca.
- Bien. Pueden irse- los despidió el investigador.
John y Franklin llegaron a la dirección indicada. La casa era tal cual como dijo Carlos. Los detectives tocaron la puerta pero nadie contestó.
Después de tocar varias veces decidieron entrar a la fuerza. La casa estaba abandonada, desordenada, y sólo había una computadora, los platos sin lavar.
Encendieron la computadora y observaron algo muy raro: una conversación entre Carlos, su papá y Abigail.
Esto fue lo que leyeron en el monitor de la sucia computadora:
“- Tengo muchas ganas de tener dinero - decía el papá de Carlos.
El señor para la trabajamos con Carlos tiene un reloj de oro valuado en un millón de euros - decía Abigail.
-No piensen ustedes dos que vamos a robar a Don Tobías, si ustedes deciden robarle, yo me aparto” -dijo Carlos.
Carlos abandonó la conversación y se quedaron hablando Abigail y el papá de Carlos.
“Escuchame, Abi, el robo va ser así: vos mientras estás trabajando y sin que te vea tu jefe, vas a tomar el reloj, yo voy a estar afuera de la casa esperándote con mi auto. Desde ahí nos iremos al Aeropuerto. Vamos a ir a Misiones y nos escaparemos y nadie nos va a encontrar”,decía el viejo.
La conversación, según leyó el detective, se realizó el día lunes 6 de abril. Los delincuentes planeaban el robo el 13 de abril a las 10 am.
- ¿Qué fecha es hoy?-
- Hoy es 15 de abril. Ya deben estar en Misiones… No vamos a poder encontrarlos, pero sí a Carlos por cómplice, ya que él supo que planeaban robarle a Jiménez y no hizo nada para detenerlos, ni los denunció- dijo John.
John y Franklin nunca pudieron encontrar a Abigail ni tampoco al papá de Carlos, pero Carlos fue puesto tras las rejas acusado de ser cómplice, aunque él nunca participó del robo.
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